Un estudio publicado por la Sociedad Británica de Psicología indagó en la reducción de las preocupaciones sobre el peso con la práctica de la Autocompasión. La investigación asignó al azar a 41 personas diagnosticadas con trastorno por atracón a tres programas distintos por tres semanas. El primer programa consistió en la planificación de alimentos y ejercicios de Autocompasión en forma de Terapia Centrada en la Compasión, conocida en inglés como Compassion-Focused therapy (CFT). Otro programa se dedicó a planificar alimentos y practicar ejercicios de comportamiento. El tercer grupo simplemente quedó en lista de espera.
Si bien los participantes de ambos programas redujeron las preocupaciones sobre los atracones en comparación al grupo en la lista de espera, el grupo CFT consiguió los mejores resultados. Tras enseñarles los ejercicios CFT, las personas fueron capaces de aumentar su Autocompasión en un corto período de tiempo. Sin embargo, el estudio destacó que el miedo a la práctica podría obstaculizar los resultados. Aquellos que expresaron menos temor a realizar una revisión interna obtuvieron un beneficio significativamente mayor. La investigación concluyó en que la Autocompasión es una herramienta útil, pero sus beneficios pueden depender de las inquietudes preexistentes de una persona sobre el ejercicio.
¿Qué es la Autocompasión?
La Autocompasión es una forma de dirigirnos hacia nosotros mismos. Consiste en tratarnos de la misma manera que trataríamos a los demás, sobre todo cuando estamos pasando por un momento difícil, cuando fracasamos en alguna actividad, o notamos algo de nuestro interior que no nos gusta.
La psicóloga estadounidense Kristin Neff ha encontrado tres componentes principales de la autocompasión: bondad hacia uno mismo, humanidad común y atención plena.
Ejercicio: Mirarse al espejo con bondad
Junto al redactor Jonathan Roberts, Tara Healey, directora del programa de aprendizaje basado en la atención plena en Harvard Pilgrim Health Care, creó un ejercicio que requiere únicamente de un espejo.
La práctica consiste en analizar nuestros rostros, las ventanas a nuestros sentimientos más íntimos. Si bien estamos rodeados de espejos, no solemos tomarnos realmente el tiempo para mirarnos a la cara y entender nuestras emociones, como así lo hacemos al ver el rostro de otros. Por alguna razón, solemos tratarnos como extraños, siendo capaces de reservarnos nuestras críticas más duras. La avalancha de comentarios internos probablemente nos sea familiar a todos: «Mi nariz es demasiado grande / pequeña» – «Quisiera tener más / menos cabello» – «¿Por qué no me parezco más a mi hermano/a; amigo/a; otro/a?”
Con la ayuda del Mindfulness, vamos a observar cómo nos sentimos, siendo receptivos de lo que vemos. Los comentarios que hagamos sobre nuestro rostro sentarán las bases para trabajar el amor propio y construir una relación con nosotros mismos -y con los demás- impregnada de confianza y aceptación, en lugar de esquivarnos o negarnos constantemente.
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